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domingo, 9 de junio de 2013

Supongo que todos tenemos nuestra historia.


Era otoño. Las vacaciones de verano se habían terminado no hace mucho, y aquel tenía pinta de ser un año más. Otro año de estudio. Otro año de sonrisas. Otro año de lágrimas. En fin, el típico año de cualquier estudiante.  Pero no.

Una tarde cualquiera, salió a la calle acompañada de su hermano y otra persona más para hacer algo sin relevancia en esta historia.
Por el camino de vuelta, se encontraron con tres chicos. Dos de ellos llevaban ya unos años en su colegio. El otro, simplemente le sonaba de haberse cruzado con él por el patio. 
Después de un rato hablando, su hermano se despidió y continuaron caminando. Le dijo el nombre del tercer chico, junto a un "estaba en el colegio hace un par de años y se fue". Ella, que estaba segura al cien por cien de haberlo visto de nuevo por allí, trató de convencer a su hermano de que había vuelto,  pero fue imposible. 
Al final, decidieron hacer una estúpida apuesta. Una apuesta por la cual ella tuvo que preguntarle al chico su nombre.
El caso es que, en el siguiente recreo,  fueron a junto de él. Le preguntó cómo se llamaba, a lo que él respondió: "Me llamo Carlos". Ella sabía que nunca olvidaría su voz al pronunciar aquellas palabras.. 
Carlos no era el nombre que su hermano había dicho, pero él era el mismo chico. No le dio mucha importancia, ya que lo único que quería era que su hermano cumpliese con su parte de la apuesta. Obviamente, no lo hizo.

Después de un par de meses, se organizó una excursión a un lugar no muy lejano a su ciudad.
La primera noche, a la hora de la cena, ella se sentó en una mesa con sus amigas. El chico de la apuesta se sentó en la mesa de al lado, de tal manera que coincidieron de espaldas. 
Después de haber hecho aquella apuesta, sus amigas le habían puesto un apodo juntando varios nombres, tan sólo eran unas crías. Se dieron cuenta de que estaba en la mesa de al lado y lo llamaron por aquel patético e infantil apodo. Él, que ya se había acostumbrado, se giró y las miró. Le preguntaron qué tal estaba, y él respondió un "bien, ¿y vosotras?", pero ellas empezaron a decir cosas sin sentido. Las típicas cosas que se dicen cuando estás por ahí con las amigas. El chico frunció el ceño y, nuestra protagonista, que era la única que se había mantenido en silencio, le dijo: "Tranquilo, por la noche empiezan a desvariar", a lo que él respondió con un simple "ya" antes de volver a darse la vuelta.
Todos siguieron con sus cosas, excepto la chica, que se quedó en silencio, escuchando cómo aquel chico llamaba a su madre y observando cómo ponía sus dos manos sobre el plato para que no le echasen ensalada.
Al cabo de un rato, y poco decidida, se giró y le dio un par de toques en la espalda. Él la miró, y ella se quedó mirando sus ojos: azules. Azules como el cielo, como un día de verano. Unos ojos hipnóticos que nunca antes había visto. 
En ese mismo instante, la chica fue consciente de que se había enamorado, y no un poco. Con el tiempo, fue reflexionándolo y llegó a la conclusión de que era una estupidez, pero todavía no hemos llegado a  esa parte de la historia.
Después de unos segundos, se dio cuenta de que él esperaba unas palabras, así que hizo un esfuerzo y le dijo: "Tú...no te llamas Carlos, ¿verdad?". Él le explicó que no, que su hermano le había contado lo de la apuesta y le había pedido que mintiese. Ella no le dio importancia a eso, ya que seguía mirando fijamente sus ojos. Se dijeron sus nombres el uno al otro, y cada uno siguió con su cena. 
Esa misma noche, la chica "durmió" con sus cuatro amigas en una habitación, una habitación en la que ella no paró de hablar de él. Es más, habló tanto que hasta sus amigas se dieron cuenta. 

Y así pasaron los meses, intercambiando miradas profundas cuando se cruzaban por el patio, sin tan siquiera dirigirse la palabra, hasta que un buen día, después de mucho buscar, ella lo encontró en una red social. Una red social que ella no tenía. Una red social que sus padres no le permitían tener. Al final, lo agregó desde la cuenta de una amiga, y así empezaron los mensajes. Así pasaron un recreo juntos gracias a la primera excusa tonta que a ella se le ocurrió. 
Acabó creándose una cuenta en aquella red social por él, desobedeciendo a sus padres por él, llorando por él. Todo por él.
El último día de ese curso, se dieron su primer abrazo, algo que, para los ojos de cualquiera, era un simple abrazo, pero  para ella era mucho más que eso.
Durante el verano, hablaron por la red social, pero sólo se vieron una vez, ya que él se fue de vacaciones. Aquella vez que se vieron, le dio dos besos (también por primera vez), se sentaron en el borde de una piscina y se pusieron a hablar, con las piernas en el agua, algo que a él le venía bastante bien porque se había hecho una lesión y quería que se le despegase la cinta que le habían puesto.
Ella se fue de campamento y un día, se armó de valor y lo llamó por teléfono. Él bajó por las escaleras por ella, para que no se le fuese la cobertura. Lo único que hicieron además de eso fue, como ya he dicho, hablar por aquella red social, por la que se contaban sus cosas, entre ellas, sus amores. Mientras él le hablaba de chicas que le "llamaban la atención", ella le hablaba de un chico. Siempre el mismo chico; él. Está claro que él no sabía de quién hablaba.
No voy a decir que ella no tuvo relaciones en todo ese tiempo, o que no anduvo detrás de algún otro chico, pero lo cierto es que, al final, siempre volvía a él. Era imposible olvidarle.
A finales de año, él empezó a salir con una chica, una chica con la que duró poco menos de un año, una chica que no le merecía. Durante todo ese tiempo, la relación entre los dos se redujo a un "hola" cada vez que se cruzaban por el colegio.
Un par de meses después de dejarlo, justo el día que se había enamorado de él, pero dos años más tarde, ella se armó de valor para escribir el mensaje más largo que jamás había escrito y darle al botón de "enviar". Se lo contó todo. Absolutamente todo. Hasta le comentó lo de que su relación se había ido al garete desde que él empezó con aquella chica. Después de recibir otro mensaje (también el más largo que había recibido hasta la fecha) y de leerlo con gran esfuerzo y entre lágrimas, su relación mejoró muy notablemente. 
Como él se había ido a un instituto, ya no se veían todos los días, así que empezaron a quedar todas las semanas antes de entrar en clase para darse un abrazo. Todo pasó de  un "hola" a  un "¿A menos veinte donde siempre?". 
Y ahí se ha quedado todo. No podemos decir que esto sea un final. Esta historia no tiene final. Tiene a dos personas que se quieren de una forma diferente, pero que, al fin y al cabo, se quieren.

                                                                                                                                                                                

                                                                                                                                                             Y para ella, él siempre será el chico de la apuesta.

11 comentarios:

  1. Es precioso, Belén. Casi perfecto como todo lo que escribes.

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  2. Me encanta, cada día te superas más, Belén.

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  3. Es perfecta Belén yo quiero escribir así, jo.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Belén, es precioso, te juro que lo he sentido como si fuese mi historia. Enserio, escribes genial, eres capaz de tocar el alma de la gente con tu palabras, te juro que me ha encantado, no dejes de escribir que a todos nos encantas. Gracias, son bonitas pablabras para leer en cualquier momento.

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  6. Hola Belen
    Llevo un tiempo leyendo tu blog, no dire que me he leido todas las entradas por que solo las miro cuando las veo publicadas en tu twitter, como veras soy seguidora tuya.
    Bueno, mi comentario era solo para decirte lo que de verdad pienso. Tu historia, en si, es una pasada. La idea es genial, no se si tendra su parte real o no, pero es muy bonita. Lo que pienso es que la forma de escribirla no sta muy lograda, yo no soy una gran esccritora ni muchisimo menos, pero creo que me pasa algo parecido qu a ti, queremos escribir todo lo que sentimos o pensamos y luego no sabemso explicarlo bien.
    Me gustaria que te pasaras por mi blog, tiene pocas entradas y pocas visitas pero es mi forma de expresarme.
    Un besazo.
    Una seguidora tuya.

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  7. Eres increíble Belén, puedo decir que eres una de las únicas en este mundo que me ha sorprendido su grado de madurez con tan poca edad y escribiendo lo demuestras más que nunca. Son sorprendentes las palabras que usas, la manera de escribir, cada maldita letra que tecleas, todo. Te admiro mucho de verdad, ojalá sigas escribiendo y algún día todo el mundo lea las historias de la pequeña Nenúfar.

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  8. Hola Nenúfar. Ahora si que si, has conseguido avanzar en tu carrera como escritora, porque ya lo puedes considerar carrera. Con este post consigues meter al buen lector en un estado suyo, si apreciar ni siquiera lo que está leyendo ya que por la cabeza le pasan mil cosas a la vez, todas gracias a ti y a tu pluma de oro. No es mejor lector quien pone énfasis a cada palabra, sino el que con historias como esta, ve reflejado parte de su pasado, un trozo de su alma. Son historias para leerlas dos veces. Cuando he leído esto me ha transportado a otra etapa, otro lugar en el tiempo, en mi tiempo, y sin embargo no me ha pasado nada parecido a lo contado. Puede que, a simple vista, este comentario parezca raro, pero sé que tú me entiendes, con tus años eres muy grande y muy inteligente. Gracias por mostrar parte de tu alma.

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  9. G U A U. Belén, ¿Esta historia es inventada por ti o es una situación que has vivido tú o gente de tu entorno? Es increíble de la manera que escribes, de verdad, es genial, usas un vocabulario que cualquier chica a tu edad no tiene ni idea. Eres digna de admirar en serio, sigue escribiendo, eres muy buena y además transmites muy buenas sensaciones.

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  10. Es una historia increíble. Creo que transmites muchísimo únicamente con las palabras, y que la gente se siente muy identificada. Gracias por escribir. Espero que no dejes de hacerlo nunca y que algún día pueda leer un libro tuyo. Un beso Belén.

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  11. Joder Belén. Deja de ser tan perfecta, ¿quieres?

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