Es como cuando te saltas una de tus comidas diarias y te duele el estómago, porque sientes que te falta algo. Y es que hay veces en las que sabes qué es ese algo, pero también hay otras muchas en las que no. Y, ¿qué hay peor que echar de menos algo que no puedes conseguir?
A mí me falta él. Me falta un nombre. Una cara. Una persona. Eso es, me falta una persona a la que aún no conozco.
Me falta una persona que me quiera como soy. Una persona a la que dedicarle canciones. Una persona que no me haga llorar. Me falta decir mi típico "siempre igual" en tono alegre. Crear la palabra "desefímero", o "inefímero", quizás.
Me da hasta pena leer las gilipolleces que escribo. ¿Desde cuándo soy yo así?
Cuando era pequeña, me hablaban de la adolescencia como la mejor etapa de la vida: amigos, fiestas, novios, hacer todas esas cosas que no podía hacer porque era demasiado pequeña... En fin. Sólo mentiras.
A mí nadie me habló de los complejos. De los puñales que me iban a clavar mis queridos "
Nadie me despertó. La realidad tuvo que ocuparse de ponerme una alarma y hacerme caer en la cuenta de que éste no iba a ser mi mejor momento.