Translate

viernes, 30 de agosto de 2013

Reflexiones de una noche de viernes (o sábado, no sé).

Hoy sólo quiero camisetas grandes y bragas. Y cagarme en los muertos de todo ser humano sobre la faz de la Tierra. Y sí, escribo con rabia. Escribo con rabia y pienso escupir palabras sin pensármelo dos veces. Para recordarle a toda la gente que me ha hecho daño alguna vez lo miserable que es. Y lo poco que me merecían. Y lo poco que me merecen. ¡Es que maldita sea, no valéis una mierda!
Al final resulta que es verdad eso que dicen de que si no te quieres tú, no te quiere nadie. Y yo voy a empezar a apreciarme a mí misma, ¿sabes? Aunque sea únicamente por la satisfacción de pisotear a todos los que en su día me pisotearon a mí. Sin cuidado. Sin compasión. Así, como quien habla del buen día que hace y esas cosas que se dicen cuando no conoces bien a la persona que está a tu lado. 
También dicen que hasta que no estés bien contigo mismo, no vas a estar bien con nadie. Y yo eso (todo) lo llevo muy mal. Y no quiero llevarlo muy mal. Y... y qué complicado es todo. Hasta expresarme bien es complicado. Es difícil hacer ver a otra persona todo eso por lo que estás pasando con un par de textos medianamente largos. 


¡Pero qué más da, si hoy he cantado por la calle!

viernes, 16 de agosto de 2013

Viento de primavera.

Supongo que no es lo mismo estar feliz que ser feliz. Y supongo que no es tan difícil conseguir lo que te propones. Llega una mañana en la que te levantas y ese viento inspirador de primavera (aún a finales de verano) recorre cada milímetro de tu cuerpo dejando una sensación esperanzadora que te hace volver a creer que todo se puede lograr, incluso lo que ayer te parecía improbable o hasta me atreveré a decir imposible.
Supongo que hacer suposiciones es de gente indecisa. Pero lo que tengo muy claro en estos momentos es que nunca me rendiré. Que hasta el día de mi muerte no dejaré de luchar por mis sueños. No quiero acabar como esas ancianas resentidas que necesitan criticar a todo el mundo para llenar ese gran vacío emocional que tienen gracias (o no tan gracias) a no haber perseguido sus ideales. Y sí, en ese grupo de "ancianas" incluyo a muchas personas de quince años. ¡Malditos cobardes! Al fin y al cabo, ¿quiénes somos tirados en nuestros sillones? Que puede que fuera seamos los feos, los raros, los diferentes, pero, ¿y qué más da? Yo quiero ser alguien. De eso estoy segura. Y sé que no voy a ser nadie encerrada. 
Seamos realistas, ¿qué sería de Hércules si no hubiese salido y no se hubiese encontrado con Phil? ¿Y qué me decís de Cenicienta si no se hubiese escapado de casa para ir al gran baile? ¡Nadie! ¡No serían absolutamente nadie! 
A lo mejor esto sólo es una gran estupidez escrita en el blog de una chica con muchas ganas de pensar. O de sonreír. No sé. Pero mientras tú estés durmiendo hasta tarde mañana por la mañana como todos los días, yo saldré a la calle. No a pasear. A sonreír. A ser feliz. En serio. 

Monstruos.

Cuando era pequeña, pensaba que los monstruos eran seres enormes de colores extraños que destruían ciudades y tenían unos rugidos tan potentes como para dejar sorda a una población entera. 
Ahora, me he dado cuenta de que los monstruos son las personas a las que veo todos los días. Con sus sudaderas, sus pintalabios y su hipocresía. Que no necesitan unas garras kilométricas para hacernos daño a mí y a mis seres queridos. Y, ¿sabes? Es triste.

lunes, 5 de agosto de 2013

Sin título por falta de imaginación (o ganas de pensar).

El problema está en que les doy demasiada importancia a cosas que realmente no son importantes. Que pienso mucho y escribo aún más. Porque yo me entiendo, pero siento que los demás no me quieren entender. O al menos no se esfuerzan en ello. Es este maldito vacío, que no se podría llenar ni con todo el chocolate del mundo. Es el no poder tapar mis sentimientos con una sudadera de la talla XL, o no poder resguardarme de mis lágrimas con un paraguas. Simplemente, me siento vacía. Aburrida, pero sin ganas de desaburrirme. Perdida. Últimamente es todo tan extraño que lo único que puedo hacer es leer, escuchar música y ver entrevistas de los protagonistas de El Gran Gatsby. Para poder decir que estoy no bien, pero sí distraída, básicamente. Supongo que eso es lo máximo a lo que he podido y puedo aspirar desde hace bastante tiempo, a estar distraída. Y con bastante tiempo me refiero a... ¿un año? Ya he perdido la noción del tiempo. ¡Ni que tuviera ochenta y dos años! 
Se me había olvidado mencionar lo de escribir. Es lo que hago junto a leer, escuchar música y ver esas entrevistas. Mira tú por dónde, esto ha comenzado siendo un simple texto para desahogarme predestinado a perderse entre las demás notas de mi móvil, pero he decidido publicarlo en mi blog. Lo tengo muy abandonado. Quizás sea porque todo lo que necesitaba escribir hasta ahora ya lo había escrito antes. Y no quiero repetirme.
¡Es que me jode que mi abuela se pase el día hablando de lo poco que como! Y me jode que no me crean cuando digo que si he llegado aún más tarde de lo normal ha sido porque el semáforo no se ponía en verde. Y me jode tener que moverme porque empiece a entrar el sol por esa franja que siempre queda al descubierto en la ventana. Y me jode que ya no me quepan pantalones que antes me quedaban bien. Y lo que más me jode, es que nadie se dé cuenta de que no estoy bien. ¡Que nadie se dé cuenta de que estoy jodidamente rota!